Vera, soy Pepa.
He tenido que irme.
Quería despedirme de ti, aunque fuera a través de una carta. Me hubiera gustado verte, decirte adiós y escucharte reir por última vez, pero no me ha dado tiempo. A veces estos viajes llegan sin avisar. Espero que puedas perdonarme.
Quería decirte que fuiste lo mejor que me pasó en los últimos años. Que eras alegría cada vez que te veía aparecer. Que me gustaba más que nada en el mundo que vinieras a darme un beso a la cama al levantarte. Que me ofrecieras el bastón y me pidieras que nos fuéramos juntas a ver a las gallinas, o a jugar con el puzle de números a la terraza. Estar contigo era lo que más me gustaba hacer.
Quería pedirte también que te acuerdes de mí. Dile a mamá que te enseñe nuestras fotos, las que tenemos juntas, las que nos hacía ella y las que nos hacías tú, los selfies esos, o como se diga. Y que te ponga los vídeos en los que nos reímos a carcajadas. Dile que te cuente historias de cuando ella era pequeña y yo la veía crecer, igual que te vi a ti hacerte cada vez un poquito más niña. Dile que te recuerde, cada día, lo importante que eres.
Tienes que prometerme que serás una niña buena. Que vas a perdonar a tus amigos después de enfadarte con ellos, porque sé que te enfadarás muchas veces. Como cuando te enfadabas conmigo y luego venías a darme un beso. Tienes que prometerme que no vas a hacer daño a nadie y que siempre vas a contar la verdad. Tienes que prometerme, Vera, que vas a ser una buena persona.
Como te decía antes, he tenido que irme rápido. A veces, cuando nos hacemos mayores, y ya sabes que yo era un poco viejita, vienen a buscarnos para hacer un viaje muy largo. Yo me dormí durante el camino y no sé muy bien por dónde he llegado hasta aquí. Sólo sé que desde donde estoy puedo verte. Veo el mar y tu playa. Veo lo bien que te lo pasas en el cole y cuánto has aprendido en las clases de baile. Escucho cómo tocas las castañuelas y cómo cantas mientras suena la pandereta. No te olvides de nuestra canción.
No puedo contarte mucho de este sitio en donde estoy. A mi alrededor, durante el día, hay un montón de esponjosas nubes blancas, parecen de algodón. Cuando se hace de noche, las nubes se vuelven más oscuras y apenas se ve alrededor, pero todos los que estamos aquí nos volvemos brillantes. Yo creo que estamos en el cielo y somos las estrellas que lo iluminan cada noche.
¿Te acuerdas de la bisabuela Adela? Estoy aquí con ella. Te manda un montón de besos y me dice que te recuerde todas las manzanas que os comíais juntas en cachitos muy pequeños. Dile a mamá que te enseñe sus fotos también.
Aunque tú ya no vayas a verme tienes que saber que yo estaré siempre cerca. Puedes mirar hacia arriba, hacia el cielo, y vernos cada noche, a la bisa Adela y a mí. Nosotras seguimos viéndote crecer, puedes hablarnos cuando te apetezca hacerlo, te escucharemos siempre.
Espero que mamá te diera la rosa que te envié.
Cuídala mucho.
Te quiere, tu bisabuela Pepa.